Por
@lara.alcazarm
Verano de 1992. Anohni conoció y besó la mano de Marsha P. Johnson, un encuentro que marcaría para siempre el rumbo de su vida. Para quien no la conozca, la señora Johnson fue una mujer trans afroamericana, activista por los derechos LGTBIQA+, que junto a la comunidad inició las marchas que denunciaron la discriminación cotidiana que sufrían por su identidad, así como la violencia policial constante que enfrentaban. En 1970, Johnson fue una de las figuras clave en la primera manifestación del Orgullo y la llamada liberación homosexual, lo cual la convirtió en una referencia absoluta para todo el colectivo.
El encuentro entre la activista y la cantante se produce cuando Anohni tiene 21 años. Ella se había mudado a Nueva York para estudiar teatro experimental en la Universidad de Nueva York y estaba comenzando a construir su familia elegida. Durante estos primeros años fue la cara visible de The Cockettes, un colectivo drag, e interpretaba obras de teatro surrealistas por las noches. Así se iría inclinando hacia la composición musical, descubriendo que lo que más le gustaba era cuando, en mitad de una actuación, se levantaba para cantar.
Seis días después de conocer a Marsha P. Johnson, el cuerpo de la icónica militante fue encontrado en el río Hudson de Nueva York. Desde ese momento, Johnson pasó a ser una especie de guía espiritual para la artista: Anohni puso el nombre a su banda, The Johnsons, en homenaje, y en su álbum de debut, Antony and the Johnsons, publicado en 2000, recordaba a la activista en el tema “River of Sorrow” con rabia y tristeza. Este comienzo estaba musicalmente vinculado a la fuerte conexión de la artista con el teatro y las artes escénicas, abrazando así influencias jazz, sonidos cabaret, art-pop.